domingo, 16 de septiembre de 2007

DE COMO ENGORDAR Y NO MORIR EN EL INTENTO


En mi anterior artículo, donde yo les hablaba de cómo quemar las grasas, me comenta una asidua lectora de mi blog -¡ays, qué bien me suena eso! , aunque, como resulta que es amiga mía, ahora me asalta a mí la duda: ¿será por eso por lo que es asidua?, bueno, digo yo que algo tendrá el agua cuando la bendicen; mmm, mejor corramos un tupido velo-. En fin, a lo que iba, pues dice mi amiga Alena (esto que quede entre ustedes y yo: ella sí que escribe fantásticamente y tiene una revista de arte preciosa y muy amena a la par que informativa) que yo ahora debería tratar el tema de los que son muy delgados y quieren engordar un poquito ¿qué tienen que hacer para conseguirlo?

Pues me ha “pillao” a mí el asunto de sorpresa, oye, yo creía que esos casos no existían en esta sociedad donde dicen que cada vez hay más obesos, donde te están machacando continuamente con el asunto de “cómo adelgazar antes y más kilos”, donde las dietas milagro son el pan nuestro de cada día –mejor dicho el no pan, pobrecito qué mala fama tiene- y pululan por todos los medios, que no hay revista que se precie que no tenga su particular dieta; donde te recuerdan continuamente que tienes que ponerte a régimen y luego resulta que si una se come un pastel o un helado se siente como si hubiera cometido el mayor de los pecados y le remuerde la conciencia y se jura que va a empezar a ir a andar todos los días, a nadar, al gimnasio cuando empiece el frío, etc, ¡vaaaamos!, que ya tengo agujetas sólo de pensarlo. Y ahora que ya tengo asumido todo eso, debo imaginarlo al revés -esto me pasa a mí por meterme en camisa de once varas-, y así, a bote pronto, se me ocurren tantas cosas que se pueden hacer para engordar que hasta parece que me “canta” el estómago sólo de pensarlo y que las tripas me bailan “salsa” y “merengue” , por hablar en términos culinarios, de regusto; a ver si se creen que van a ser ellas las afortunadas destinatarias de recibir un opíparo banquete.

Veamos, a lo que iba: si para adelgazar no se deben comer grasas, pastas, pan, azúcar, chocolate y similares, digo yoooo, que para engordar habrá que hacer todo lo contrario, es decir, ponerse morado de comer todo eso de lo que la mayoría de los mortales nos tenemos que privar; claro que, entonces, se te pondrá el colesterol por las nubes y la sangre que antes corría tan alegremente por tus venas comenzará a sentirse pesada…, y tampoco se trata de eso ¿verdad?, aquí hablamos de engordar sanamente.

¡Ah, caray!, pues qué difícil es, después de todo. Bueno, pasemos al plan B –jeje, cómo dicen en las películas- , después de comer, opíparamente, pero sin pasarse, no vaya a sentarnos mal y nos de un empacho, que eso ya sabemos como termina y acabemos “derrochando” todas esas hermosas calorías en la fría taza del w… (ustedes ya me entienden…), pues después de comer, decía yo, no moverse, nada de pasear la digestión, ni recoger los platos, no, una buena siesta en el sofá para dejar que se nos pegue la grasilla que hayamos ingerido; aunque eso, claro está, en el caso de tener muy bien el estómago porque sino viene la indigestión y podemos volver a acabar otra vez en el mismo sitio de antes y lo que es peor nos sentiremos fatal y el apetito se nos va de vacaciones, o sea, que la siesta o el reposo deben hacerse con mucho cuidado para que el efecto sea el deseado y no el opuesto.

Ayssss, empiezo a pensar que es más estresante, a pesar de lo que pueda parecer, el ser demasiado delgada que el estar demasiado gorda.

Y…, pues, ya no se me ocurre nada más, porque no me atrevo a sugerir que nada de hacer ejercicio físico sino mejor una vida sedentaria, que te puede dar un yuyu por mi culpa… Quita, quita, menuda responsabilidad, consejos para adelgazar los que quieras, que al fin y al cabo se trata de hacer vida más sana en todos los sentidos, pero para engordar, leñe, no te voy a aconsejar que hagas vida insana, qué clase de amiga sería yo.

Resumiendo, si yo no estoy equivocada, la conclusión es que es mejor estar gorda que delgada porque resulta que es mucho más fácil adelgazar que engordar, ay, no sé, me suena muy raro también, uffff, pues vaya un lío en que me he metido yo solita…

La próxima vez hablaré del Gobierno, que eso en lugar de estresarme me divierte, o de algún programa de la tele, o de alguna noticia de la vida real que hay por ahí cada novelón que ya se estarán frotando las manos los escritores de best seller y los directores de películas, que entre todos me da a mí que tendremos un otoño calentito y entonces podremos decir: ¡Ay, señor… Lo que hay que oír…!

Emma Rosa

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues yo creo que lo mejor de todo es apagar la tele y encender la abuela (o la madre), y que sean ellas quienes nos digan lo que hay que comer y lo que no, vamos, que lleva ya el mundo muchas vueltas dadas para que ahora nos lleguen con cuentos.
un saludo, emma.

Alena. Collar dijo...

Muchas gracias joven...
A partir de ahora me voy a hinchar a pasteles, chocolate y biscochos, amén de corderto asado...
Sí que es dificil, sí, lo comprendo, dar consejos a los delgados; pero mire usted, también es un problema (iba a decir, "gordo") no engordar ni a la de tres y en cuanto me pillo cualquier lata pequeñita de salud perder kilo y medio sin saber cómo.
Besos pensando en el pure de lentejas...

Mallén dijo...

Mi abuelita decía que comer zapallo (calabaza) tras de la puerta engordaba los muslos y las pantorrillas.
Confesiones de mujeres de campo...
Saludos!!!!

mane dijo...

ero en pequeñas cantidades, eso de que vamos caminamos y todo aquello pero se come como loca no funciona. También hay que tomar en cuenta la edad y eso de las hormonas.