sábado, 6 de septiembre de 2008

EL HOMBRE Y EL OSO...



Hay personas que dicen que sólo pueden escribir cuando les viene la inspiración o cuando están tristes y son desgraciadas para poder así desahogarse y aliviar sus penas.

Yo debo de ser muy rara porque a mí cuando más me apetece escribir es justamente lo contrario, cuando estoy contenta, alegre y feliz y relajada.

No me gusta escribir sobre las penas, ni las mías, ni las ajenas, oiga, que eso me pone más triste todavía. A mí lo que me encanta, es divertirme con la escritura. Cuando oigo una noticia o un comentario enseguida me vienen a la cabeza opiniones y disertaciones sobre ella.

Y ahora, como ya me he enrollado bastante y aún no he contado nada, pues allá va: ¿Quién dice que los telediarios son tristes y aburridos? Es cierto que sí, que salen muchas desgracias pero siempre hay algún comentario que despierta una sonrisa y que la hace a una pensar y regocijarse con sus propias conclusiones.

¿A qué viene todo esto? Pues muy fácil. Hoy, en el telediario, estaban hablando de la pareja de osos pandas del zoo de Madrid, felicitándolos porque por lo visto cumplen, creo que un año.

El entrevistador andaba con el micro detrás de la gente buscando opiniones de los presentes, supongo que de alguna forma hay que cubrir la noticia y claro, los ositos en cuestión no parecían muy dispuestos a conversar, así que el corresponsal tuvo que conformarse con preguntar a los mirones que había por allí.

A mí me hizo gracia la respuesta de un chico joven que comentó muy animado: “Ella, parece más atenta, pero él pasa de todo, se ve que con tener comida ya está satisfecho”.

Como la vida misma, oiga, tiene usted más razón que un santo.

Está claro, clarísimo, que a la hora de la verdad el mundo de los osos panda no es tan diferente del mundo de los humanos. O sea, ella, la osa, observándolo todo y haciéndose la interesante, mientras que él macho se conformaba con estar en un rincón sentado y comiendo.

¡Vaya!, que mientras haya manduque no voy a preocuparme por otra cosa, pensaría el animal.

¿Qué quieren que les diga? Igualito, igualito que muchos hombres. ¿O no? Esa aspiración, ese sumum de la felicidad que se centra en llenar el estómago, esa indiferencia en la mirada, ese pensamiento centrado sólo mover la mandíbula…
Parece ser que al oso panda, igual que al hombre, se le conquista por el estómago, así de simple es la cuestión, digo, el hombre, quiero decir el oso… ¡Ay, que me he liado…!

Luego dicen que el hombre y el oso cuanto más feo más hermoso, pues va a ser que no, oiga, que viendo esos ositos tan monos, ¡ups!, vamos que esa excusa que ponen muchos hombres ya no cuela, aunque sus reacciones ante determinadas circunstancias parece que son muy similares.

Ambas especies hacen muy bien el “oso”. ¿Verdad?

Emma Rosa Rodríguez

3 comentarios:

Alena. Collar dijo...

¡Pero qué...!.... ajajajajajaja....
Bueno pero bueno, pero tú no puedes dejar de escribir aquí, criaturita, si cada vez que escribes algo me pongo a sonreir,a reír, bendito sea San Cosme...y además tienes más razón que un santo.
Me ha chiflado el texto, que lo sepa usted.

Anónimo dijo...

Qué bién, Emma, ya tenía ganas de leerte. Pues claro que tienes razón en lo que dices, ¡ay¡ eso es verdad, ¡como la vida misma¡

Anónimo dijo...

Que bueno, creo que tienes razon. Muchos Gracias