Yo siempre creí que este tema del “rosa o azul” se aplicaba solamente a los niños. Es decir, lo típico de decorarle la habitación y vestir a la criatura del color que se asociaba con su sexo. Claro que eso eran otros tiempos y esto hoy día ha quedado completamente desfasado.
Pero ahora, resulta que no, que el asunto éste que parece tan baladí y tan doméstico, ha sobrepasado las barreras del horizonte infantil y se ha convertido nada más y nada menos que en “cuestión de Estado”. Sí, sí he dicho bien, créanme ustedes. En una cuestión importantísima para nosotros.
Y es que, a partir de ahora, vamos a tener que preguntarnos cada cuatro años, o sea en época de Elecciones, cuál será el color del Gobierno que nos toque esa temporada.
Ya ven ustedes, así tendremos un aliciente más para ir a votar a las urnas. Será un poco como estar embarazados, aunque políticamente hablando, eh.
Unos dirán: “Pues yo voto a fulanito porque me apetece tener un Gobierno rosa” Y otros, pues justamente lo contrario. Claro que, eso, es como todo en la vida, primero habrá que cogerle el “punto” a los políticos para saber quien de ellos responderá acertadamente a las expectativas que una se ha creado.
Pero entonces, se me ocurre a mí pensar: ¿qué pasa con las ideas? Vamos a ver si me sé explicar: si una intuye que un dirigente, bien porque así lo haya dicho él o porque se tenga esa sensación, va a formar un Gobierno de tal color que es el que a mí me gustaría tener, pero no es de mi partido ¿qué hago? Puede parecer una tontería esta pregunta, ya lo sé, se supone que nadie en su sano juicio votaría al del partido contrario pero… Hay otra cuestión puesta sobre el tapete, que es en realidad el meollo del asunto.
¡Ay, si es que no tengo remedio! Me acabo de dar cuenta de que empecé el artículo al revés y de que no hice la introducción pertinente, o mejor dicho la exposición adecuada antes de entrar en materia. Así que allá va.
Aunque les supongo enterados de ello, por si acaso voy a aclararlo: Según unas palabras de Berlusconi dichas recientemente, “en España tenemos un Gobierno demasiado rosa” porque hay mayoría de mujeres. Y ése es el quid de la cuestión, que haya más mujeres o, lo que es lo mismo, que haya menos hombres. Vamos que sean “ellas” las protagonistas y las mandamases y no ellos como siempre fue, y claro, esto que parece una nueva moda, puede levantar ampollas en muchas cabezas del sexo “fuerte”.
Bien, aclarado el por qué del rosa o azul, pues sigo con lo que estaba. Y yo me pregunto si no habrá mujeres que caigan en la tentación de decantarse por un candidato determinado, sin tener en cuenta el partido que lidera, sólo porque saben que va a formar un Gobierno con mayoría femenina o, al contrario, en el caso de los hombres. Porque sí, muchas personas simpatizan por un partido y no dudan en votarlo, pero siempre hay muchos indecisos o descontentos que podrían agarrarse a eso del “color”, para cambiar sin sentir que traicionan a sus ideas, y como dicen (otra chorrada más que sabe Dios quién se la habrá inventado) que las señoras somos más volubles que los caballeros, pues a una le da todo esto que pensar en si será también una labor de estrategia de cara al futuro o para tenernos contentas, por aquello de que “si no puedes ganarles, únete a ellas”.
En fin, estamos en el siglo XXI y sería de esperar que todo esto del rosa o el azul en nuestra sociedad debería de estar ya superado, pero mucho me temo que quedan discusiones y reflexiones para rato, y que no se trata de cual de los dos sexos es mejor o está más cualificado para desempeñar cualquier cargo en el mundo de la política sino que lo verdaderamente importante es nombrar a “personas” que estén de verdad preparadas sin pararse a pensar si son hombre o mujer.
Porque a mí, realmente, lo que me importa no es el color de la ropa que vistan los dirigentes de mi país sino las cualidades que tengan para poder gobernar con eficacia.
Así que Signore Berlusconi, hoy mi última frase va por usted:
¡Ay, Señor… A veces… Lo que hay que oír…!