Está a punto de llegar otra Navidad y el año también está dando sus últimos coletazos, y todos, o casi todos, nos empezamos a comer un poco el coco con la promesa de hacerno buenos propósitos para el nuevo año. Quien más y quien menos ya “tiene decidido” que es lo que va a empezar hacer, o lo que va a dejar de hacer.
Pongamos ejemplos: “Dejar de fumar”. Ya sé que es lo típico y que es un tópico pero es una realidad, o ¿van ustedes a negármelo? No hay navidades que se precien de serlo en las que no se escuche la frasecita en cuestión, como si para dejarlo, de fumar, digo, tuviera que ser imprescindible que se acabara el año. Les puedo asegurar que ya lo he oído decir a una amiga y además está toda convencida de que lo va a conseguir. Lo cual me alegraría, por supuesto.l
Otro ejemplo: Hacer ejercicio o apuntarse a un gimnasio. También es algo que se oye frecuentemente, y así con la excusa de que en cuanto pasen las fiestas una va a hacer toda clase de sacrificios para bajar esos kilos que se pegan inevitablemente esta temporada, pues hale, una se pone morada y no le perdona la vida ni a los mazapanes ni a los turrones ni al buen vino ni al cochinillo ni a nada que sea rico, rico.
Y, por estas fechas, también, nos inundan con calendarios o almanaques; calendarios de todo tipo, de todos los tamaños y para todas las necesidades. Y ahí es, a donde quiero yo ir a parar.
Recuerdo que cuando yo era pequeña estaba de moda un almanaque que era como un libro pequeñito, cada día había que pasar una hojita y allí te encontrabas con la fecha, el santoral completito con toda la corte celestial que ese día merecía tal honor y con una frase célebre y piadosa más o menos. Éste era, digamos, el almanaque de las gentes de bien, honradas y decentes. Luego, claro, además de los publicitarios de comercios, empresas, marcas, y demás estaban los calendarios de chicas ligeras de ropa, allá casi por el tiempo de Mari castaña, para pasar a quedarse en cueros totalmente..
Afortunadamente, y para regocijo de los ojos femeninos, que no siempre van a ser ellos los que se alegren la vista ¿verdad?, ya estamos a la par, y ahora están también de moda los que salen modelos masculinos con más o menos piel a la vista.
Tenemos calendarios para todos los gustos: De bomberos, de futbolistas, de asociaciones de mujeres y un larguísimo etc, pero lo que yo nunca me hubiera imaginado hasta que lo vi en una noticia, es que hubiera un calendario de sacerdotes.
A ver, yo no digo que no sean hombres como los demás por el hecho de ser curas, que sí que lo son, pero lo de posar en plan modelo para un calendario pues no me parece que sea muy católico, la verdad, ups, y nunca mejor dicho. Es que miren una que no es de piedra, mira ese calendario y ve a esos…, ays, es que no sé como calificarlos, porque estarán con sotana y en plan serio y formal, pero la realidad es que despiertan el “morbo”, por decirlo suavemente, de quien los mira. Vamos, que esas fotografías no provocan precisamente nada casto y puro, sino más bien lo contrario…, no voy a especificar más, creo que ustedes ya me entienden, eh.
Y entonces me pregunto, ¿a quién beneficia todo este asunto? Porque el éxito de ventas, por lo visto está asegurado. Dice el fotógrafo que él es el único beneficiario y responsable y que pretende sólo dar publicidad a la ciudad y a los monumentos de Roma, una forma un poco rara, señor, yo creo que para eso hay otros métodos más católicos, buenoooo, otra vez se me escapa la palabrita. También dice que escoge curas jóvenes y guapos para demostrar que
En fin, que hoy, la ocasión lo merece, no voy a decirles a ustedes lo acostumbrado, porque esta vez solo puedo añadir: ¡Ay, Señor… Lo que hay que ver…!
Emma Rosa